viernes, 7 de julio de 2017

La Fiesta de Palo y su Historia

La cultura dominicana se basa, fundamentalmente, en la conformación de dos culturas madres: la española y la africana. Tiene poco de indígena o nada, puesto que en menos de 50 años los indios habitantes de la isla de Santo Domingo en 1492, fecha en que Don Cristobal Colón pisó estas tierras, fueron exterminados por los trabajos forzados a lo que fueron expuestos. La cultura dominicana existe. Y no porque sí.

Existe por fuerza de una historia de 500 años formada en los sudores fulgurantes de los esclavos, la llegada del europeo a estas tierras y una mezcla inteligente del fajo de costumbres y culturas en convivencia durante cinco siglos.

Según el notable folklorista dominicano, Fradique Lizardo, la expresión africana que más sobresale en la cultura dominicana se expresa en la música de Palos o Atabales, también llamada Bambulá o Quiyombo. Esta tradición musical, mas notable en el área de Villa Mella (sección cercana a la capital) usa en sus ritos religiosos y celebraciones seculares instrumentos mayormente de percusión. Entre ellos sobresale un variado número de tambores. Estos instrumentos clasificados como membranófonos, tubulares y cilíndricos son de un solo parche o cuero, y se tocan en juegos de dos o tres. Estos tambores se diferencian en varios tipos según la construcción de la atadura de su parche (clavado, atado, etc). Además se construyen de diferentes tamaños utilizando maderas blandas o fáciles de ahuecar, aunque en algunas ocasiones se usan troncos ya huecos por pájaros carpinteros o por termitas. Esta familia de instrumentos de percusión son muy semejantes a la tambora brasileña usada en ceremonias de macumba y a la tumbadora de Cuba.



Tal vez la mayor influencia del esclavo africano se observe en la música y baile. Tal influencia se origina en las danzas, que como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América, desde los años iniciales de la esclavitud.  Uno de los más generalizados de todos es los palos, nombre con que se designa tanto al ritmo como a los membranófonos utilizados. Ritmos nacionales de obvia impronta africana son la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado, etc. La salve, que al decir de la etnomusicóloga norteamericana Martha Davis, es la más típica de los géneros tradicionales dominicanos, presenta dos estilos: uno claramente español, amétrico y antifonal, y otro polirrítmico, fuertemente hibridado entre lo español y lo africano. Entre los instrumentos de origen africano cabe citar los palos, el balsié, la gallumba, etc.

Como expresión músico cultural, los palos, congos, salves, atabales, Ga-Gá y muchos otros, conforman la más genuina manifestación de la herencia afro caribeña y la vinculación armónica con el pasado indígena, europeo y africano, que conforma nuestra identidad.

La música popular dominicana está íntimamente ligada a la cultura religiosa, y se interpreta sobre todo en las llamadas fiesta de santos, conocidas también, según la zona del país, como velaciones, velas o noches de vela. Otros ritmos populares son de evidente origen español, como la mangulina y el carabiné.

Una gran variedad de ritmos autóctonos constituye el patrimonio étnico de los dominicanos, como totalidad de razas. Salves, Ga-Gá, convites, palos, atabales y todas derivaciones regionales.Las creencias mágico-religiosas dominantes entre las capas campesinas y populares dominicanas reflejan el sincretismo cristiano-africano operado desde los tiempos de la colonia. El vudú dominicano es de obvia procedencia haitiana, pero sus rasgos y complejos se muestran degradados en Santo Domingo. Al panteón voduísta criollo se han incorporado muchas divinidades o loas nativos. El rasgo más característico del vudú dominicano es el que lo relaciona directamente con la actividad mágica. Las correspondencias entre los loa y los santos católicos son similares a las haitianas (Deive: 1975).

Era una tradición, cuando una persona moría habiendo pasado los 100 años de vida que  sus velaciones se celebraran bajo el sentir de las percusiones o velorio de palos haciendo vocaciones religiosas, donde se podía notar las diversas manifestaciones de un ritual de despedida algo especial.

En síntesis, se puede considerar que Las Fiestas de Palos, son una expresión ritual que vincula las música afrocaribeñas con las creencias religiosas católicas y la adoración de divinidades o lideres religiosos  predominantes en las diferentes regiones de la isla Quisqueyana y  que hoy día se mantiene vigente como una tradición que no ha podido ser mutilada, ni abolida por los nuevos géneros musicales populares.

Música Raíz Dominicana: Palos, Atabales, Salves y Mucho Más

El acervo cultural y musical dominicano va mucho más allá del popular merengue, el boom de la bachata, la simpatía de la salsa y los ritmos tradicionales de mangulina y carabiné.

En nuestros campos y en nuestras ciudades existe una valiosa tradición musical, tradicionalmente renegada y relegada por las altas clases sociales y las autoridades, lo cual provoca su impopularidad y escaso conocimiento por buena parte del pueblo dominicano, en particular por las clases medias y altas.

Esto se debe, en parte, a una agresiva postura y constante injerencia de la Iglesia Católica, que ve estas manifestaciones como una afrenta a sus creencias, y por otro lado por racismo y xenofobia y el estigma que estas músicas tienen de vincularnos con la parte africana, negroide y haitiana de nuestra cultura e identidad nacional.

Estas músicas y las ceremonias asociadas con ellas vienen pasándose de generación en generación desde tiempos de la esclavitud en la isla, existiendo grupos aislados y reducidos que practican las ceremonias en Villa Mella, Elías Piña, Nigua y otros rincones del país.

Es importante recalcar lo anterior para entender lo valioso que son estas manifestaciones y el peligro inminente de perderlas para siempre. Muchas de estas tradiciones y cantos son practicadas o conocidas en detalle apenas por un puñado de personas, que pasan su conocimiento a sus sucesores. Pero ante el embate del regetton, la globalización y otros factores invasivos, la frágil línea de sucesión de estas tradiciones puede interrumpirse por cosas tan comunes como una nueva autopista, una nueva urbanización o la llegada del turismo, los sankipankis y los traficantes.

Los esfuerzos de las autoridades culturales, tanto por parte del gobierno como de la sociedad civil, para documentarlas, preservarlas, darlas a conocer y promover su reconocimiento como parte de nuestra identidad son mínimos.

Afortunadamente en años recientes pareciera haber un giro y una mayor apertura por parte de las autoridades, observándose en espacios culturales como la Feria del Libro, exposiciones y presentaciones permanentes de grupos de palos y atabales.
Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad

Como una bienvenida excepción al escaso reconocimiento que esta valiosa parte de la cultura dominicana recibe, UNESCO, organismo de las Naciones Unidas para la educación y la cultura ha declarado a "La Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella" y a "La tradición del teatro bailado Cocolo" como Patrimonios Cultural Inmaterial de la Humanidad en los años 2001 y 2005 respectivamente.

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