Las últimas décadas han sido un tiempo de cambios profundos en casi todos los ámbitos por lo que esto ha llevado a que la teología tuviera que repensar, de alguna manera, su modo de realizar y estudiar el pensamiento teológico, puesto que la teología imperante del momento tenia vacíos muy notorios. Esta teología era denominadacomo: la “Neoescolastica”, la cual, estaba cimentada sobre un pensamiento tradicional bien definido con argumentos racionales, lógicos y que entraba en confrontación con el pensamiento moderno. Por lo que a Continuación, trataré de presentar brevemente un acercamiento a las ideas más sobresalientes de este primer capítulo, un tanto biográficas, titulada: De la seguridad a la búsqueda. Para así dar una imagen de la crítica que aquí se realiza.
La neoescolástica sufría algunas enfermedades contraídas y arrastradas por la teología decadente a partir del siglo XIV y también su confrontación con el mundo moderno marcada por la contrarreforma y la contramodernidad. Pero, hay que decir que esta forma o estilo de realizar teología tenía algunos vacíos y concecuencia considerables que hacían de ella un pensamiento totalmente “barroca”, es decir, adornada o en otras palabras fuera de lugar.
Aquella teología fundamentalmente racionalizada dejaba en la sombra la trascendencia del misterio y las fuentes de la revelación. Esto tuvo como consecuencia que todo tenga una sola misma línea estática dejando fuera toda la vida práctica. Todo esto ha llevado también a que los teólogos se vean arrastrados a desconfiar del sentimiento religioso, lo cual, ha dado como resultado un cerrarse sobre si misma y no abrirse al dialogo, incluso hasta con las otras grandes religiones y con otras culturas.
La teología tiene el mismo objeto de la fe, trata de conocer mejor lo ya creído: Dios manifestándose y entregándose como Salvador o plenitud de vida para nosotros. A esto es lo que se le llama “Intellectus fidei”. Si la teología vuelve a tener por objeto la inteligencia de la fe, y el contenido último de la fe es “Dios nuestro Salvador”, se puede recuperar el camino de la unidad de la teología.
Finalmente, el Concilio Vaticano II y otros grupos como la teología carismática, reaccionaron en contra del intelectualismo de la teología neoescolastica y se pasaba de la intolerancia e imposición, al dialogo y al respeto del otro. El Concilio Vaticano II que de alguna manera prefirió el camino del dialogo y de la escucha aplicando una penetración doctrinal y una formación de conciencia que esté en correspondencia más perfectamente con la fidelidad a la autentica doctrina.
Bibliografía:
ESPEJA Jesús, Para comprender mejor la fe: una introducción a la teología, Editorial San Esteban, Salamanca, 1997.
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