lunes, 17 de julio de 2017

El Monacato

El Monaquismo
Tuvo importancia en la Iglesia en los ss. IV – V, ya que los protagonistas eran distinguidos por su vida y doctrina. 

1. Monacato Oriental
Egipto fue un lugar fundamental para la vida y expansión del monacato, cuyo maestro más grande fue Orígenes.

Primero, hay que destacar a San Antonio. Nació en el año 250, en Coma, Egipto central, y murió el año 356. Pretende ser un ejemplo vivo para los cristianos. Mantenía correspondencia con otros monjes y hasta con Emperadores

Pacomio es famoso por haber fundado el primer cenobio (monasterio de vida comunitaria) en el 320. Su forma de vida tuvo éxito, hasta tal punto que le llevó a escribir una regla monástica que recoge instrucciones sueltas que quieren evitar los peligros del anacoretismo. La base de esta regla es la Sagrada Escritura. Sus dos características supremas son la funcionalidad de todas sus instrucciones para promover la vida común y la moderación que ella mantiene en todo. La Regla no conoce votos. La virtud suprema es la obediencia. No se descuidaba el lado intelectual, pues todos debían aprender a leer. 
 San Basilio escribió dos Reglas monásticas, expuestas en forma de preguntas y respuestas. Su pretensión fue unir e integrar al monaquismo asiático, dentro de una Iglesia dividida, por la controversia del arrianismo. 

2. Monacato Occidental
No tuvo la misma fuerza que el oriental. Los primeros monjes que visitaron el Occidente fueron los compañeros de Atanasio cuando éste fue exiliado. 

San Agustín escribió la Regla para los siervos de Dios, sabias reglas monásticas para Occidente. En dicha Regla se insiste en 3 cosas: en el desprendimiento absoluto de todos los miembros del monasterio; en la obediencia gozosa y en el trabajo, con el que cada uno contribuye al sustento de la comunidad.

Además, escribió  la obra “Libro sobre la obra de los monjes”, en el 401, dirigida a los monjes de Cartago en el sentido de que no sólo debían dedicarse a la oración, sino también al trabajo manual, al ministerio pastoral. 

El monje más importante, el primero que escribió muchas obras, fue Evagrio Póntico. Ordenado diácono por Gregorio Nacianceno, al que acompañó al Concilio I de Constantinopla en el 381. Es el fundador del misticismo monástico y el autor espiritual más fecundo del desierto egipcio. Su espiritualidad está fundada en la de Orígenes. Conocedor de la mística.
Juan Casiano, nacido el 360, gran escritor monástico. La mayor parte de sus escritos tiene como objetivo la vida monástica. Escribió la obra “Instituciones”, una especie de regulación de la vida monástica desde la oración hasta un catálogo de los vicios. 
En segundo lugar, escribió las Colationes XXIV, especie de conferencias como continuación de las Instituciones, son su obra maestra, con las que influyó en la vida monástica de oriente y de occidente, en especial en San Benito y Casiodoro.

3. Vida de Santos
En los tres primero siglos eran venerados especialmente lo mártires: Actas de los Mártires y las Pasiones que se mencionaban sobre todo en las acciones litúrgicas. Luego se tomó en cuenta a los que habían sufrido persecuciones pero habían sobrevivido (confesores)

Las vidas más importantes y conocidas:
a. Vita Antonii, por Atanasio de Alejandría 355-356
b. Las vidas de Pablo de Tebas 378-379, de Malco e Hilarión 386
c. Vita Macrinae de Gregorio de Nisa, después del 381
Estas son un ejemplo para los cristianos, entre varias más. Escritas en estilo popular.
4. Peregrinaciones
Pälestina se constituyó el lugar preferencial y de convergencia para las visitas de hombres y mujeres, ya que era la tierra de Jesús. Las peregrinaciones eran tanto de Occidente a Oriente como de Oriente a Occidente, pues en todas partes había historias de veneración a las tumbas de los apóstoles, santos y santas, y lugares Santos.

Elena, madre del Emperador Constantino, después del Concilio de Nicea fue a Jerusalén, donde mandó a construir varios templos  en los Santos Lugares. 

El caso más típico  y ejemplar de un verdadero itinerario es el de Egeria o Eteria, una dama oculta vinculada a una comunidad, que semejaba más un beasterio que un monasterio. Escribió una obra: Itinerario.  Describe una serie de experiencias en varios aspectos de su dilatado viaje de peregrinación a Constantinopla, Palestina, Siria, Mesopotamia, Arabia y Egipto. Se distinguen cuatro viajes: 1) comienza a los pies del Sinaí y conduce hasta Jerusalén, atravesando el Mar Rojo y la tierra de Gessen, 2) al Monte Nebo, 3) peregrinación por Diomea, tierra de Jacob, 4) se desarrolla por Mesopotamia e incluye la vuelta a Constantinopla. A lo largo del viaje Eteria utiliza una Biblia Vetus latina y el Onomastlkon de Eusebio en traducción de Jerónimo.

El itinerario describe las diversas Iglesias visitadas por ella, liturgias celebradas, fiestas; cómo los monjes rezaban el oficio divino; la vida en disciplina; la catequesis de los catecúmenos. Informa también sobre los ministerios de la Iglesia: obispos, monjes, sacerdotes, diáconos, clérigos, vírgenes; de suerte que se trata de un documento único en su género por la riqueza de datos que proporciona y por la diversidad de formas del cristianismo dentro de una unidad dada por la persona, vida,  muerte y resurrección de Jesús. A veces, ella era acompañada por monjes que simbolizaban una escolta especial.

5. Madres del desierto
En los primeros siglos del cristianismo y de la Iglesia la mujer tuvo un papel muy importante. La llamada Amma o Madre Espiritual irradió una fuerte espiritualidad, asimilándose a la vida de los Padres y los monjes del desierto. Se trata de mujeres provenientes de las grandes urbes del imperio, que cambiaron su vida, siendo ejemplo vivo para los cristianos y cristianas.

Las llamadas madres del desierto, monjas pacomianasviviendo en monasterios con un estilo propio, similar a los varones. Estos monasterios se expandieron e influyeron socialmente. Estaban organizados con todo detalle, con su eucaristía, lectio divina, su oración, su vida cotidiana bien reglamentada.

Algunos nombres: santa Tecla de Iconio, santa Macrinam, las ammas Sara y Teodora, entre otras.
Como puede imaginarse estaban en contacto con los Padres de la Iglesia como san Jerónimo, Rufino, Basilio, Agustín. Los escritos se reducen a los apotegmas. 
El papel más importante que desempeñaron en la Iglesia fue el de diaconisas. Existía la costumbre, y legislada, de que el monasterio poseía el derecho de que cuatro de sus religiosas fuesen elevadas al cargo de diaconisas.

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