martes, 25 de julio de 2017

La Apologética de H. J. Newman

Podemos decir que en la historia de la apologética del siglo XIX, Newman sin duda alguna representa un caso aislado. Como Pascal, Blodel, Teilhard y algunos otros, ya que su intento se movía en un contexto estancado, que prefería las certezas demasiadas seguras de los principios metafísicos de la doctrina a la situación del creyente que se acercaba a ella.

En la primera parte de su obra la Grammar de Newman consiste en el hecho de que el asentimiento, real y religioso, es dado por el sujeto a la revelación, tal como se presenta en su unidad singular y original: “El que cree en el depositum, cree también en todas las doctrinas contenidas en el depositum. No puede saberlas todas juntas; sabe algunas y no otras; quizá sepa sólo el credo o quizá sólo los artículos  principales del Credo; pero sepa poco o mucho, si cree en la revelación, se propone creer en todo lo que hay que creer apenas se le haga presente. Todo lo que hoy conoce como verdad revelada, todo lo que conozca posteriormente, todo lo que hay que creer, es abrazado por él en la intención con un único acto de fe”(G. 92).  Por lo tanto el conocimiento de Dios que proviene de la revelación no es, sin duda alguna, un conocimiento especulativo, sino más bien una realidad que provoca a una responsabilidad moral y que requiere el compromiso de toda la vida.

Newman concluye esta parte afirmando que la revelación no es un texto filosófico, ni tampoco un conjunto de verdades abstractas, es más bien una enseñanza autorizada que da fe de sí misma sin necesitar “pruebas” externas, ni mucho menos representa una materia opinable. La revelación más bien es una totalidad, una evidencia, una universalidad que se da por sí misma.

Por otra parte Newman presenta, dos datos: 1) la religión natural, que es posible descubrir presente en cada uno si se reflexiona sobre la conciencia, el sufrimiento y el sacrificio, y 2) el cúmulo de probabilidades que constituye el “principio esencial” del razonamiento newmaniano. Nuestro autor tras analizar algunos elementos independientes entre sí (la religión natural, las religiones históricas y el sentido de cumplimiento presente en ellas, el sentido de pecado, la religión hebrea, Jesús de Nazaret, la Iglesia), tomados en su globalidad como un cúmulo de probabilidades, Newman, llega a la conclusión de que “hay una sola religión que tiende a apagar las aspiraciones, las necesidades, los presentimientos de la fe y de la devoción natural.

Por otra parte defiende la revelación partiendo de lo antes dicho, dice: “quizás pueda decirse que yo, educado en la fe cristiana, la juzgo con su medida; pero no es así. No es así porque he tomado en gran parte mi idea de lo que debe ser una revelación de las diversas religiones…; además yo la privilegio también por una razón que aparece con toda evidencia en su historia: sólo ella posee un mensaje definitivo, dirigido a la humanidad entera”.

Por otra parte estamos ante una apologética de rasgos contemporáneos, capaz de provocar también al hombre del siglo XX. Se encuentra aquí una “dialéctica existencia”, que por su método inductivo obliga a la reflexionar sobre la fe partiendo de la propia condición humana.

Una característica de este proyecto está determinada por el hecho de que el sujeto se convierte de nuevo en partner del discurso teológico. No es ya la doctrina abstracta en sí misma, sino ante todo el real man, el hombre concreto, el que se enfrenta con el tema definitivo del sentido. O sea, a partir de la experiencia que cada uno siente como personal, es como Newman ha logrado percibir el elemento universal de la fe cristiana. Él asumió esta experiencia ante todo como lectura psicológica, pero sin limitarse a ella. Atendiendo a la ética y a la historia, produjo también aquella parte de la filosofía que debe considerarse como premisa para la reflexión metafísica de L Action de Blondel.

Ya en el tema de la historia y de una conciencia histórica, tan constantemente presente en sus obras, hace pensar en una originalidad anticipadora para nuestro presente teológico. Además la problemática de la fe tal como la asume Newman, tan ligada al hombre concreto que llega a provocarlo a una experiencia vivida, es una nueva característica que surge de este proyecto apologético. La fe es considerada como un acto global, como un conjunto de sentimiento, de razón y de praxis. Esta fe como respuesta y necesidad para todos los hombres, ya que la universalidad es la nota de la revelación misma.

En la Grammar se responde precisamente a esta exigencia: la fe para todos los hombres y para todo el hombre. El hombre sencillo, como el especialista, llega a comprender el sentido de ese acto que expresa la fuerza de la razón y la grandeza del amor.

Para Newman es el amor el protagonista de su obra, ya que constituye el descubrimiento de una necesidad interna, íntima a cada uno, que procede de un acto de amor, como puede verse en la muerte de Jesús: “Hay un nombre que sobrevive, y es el de un hombre que vivió en la oscuridad y que murió como malhechor”.


Con una sensibilidad diferente y con otros términos se vuelve a proponer a cada uno de los hombres la necesidad inmutable de creer. Para Newman esta necesidad se apoya en la verdad, “que es una sola”, en el sentido del pecado y en la concreción de la propia experiencia; pero, como para los más grandes apologetas, en la base sigue estando el tema central de la rendición de la razón ante el misterio. Surrender of reason no es el rendirse pasivo e infructuoso, sino el que después de haber recorrido todos los recovecos del propio proceso racional, se abandona a la obediencia de la adoración. 

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