Podemos notar como los ciudadanos de la República Dominicano, pero principalmente los que se preocupan por los intereses de nuestro país, se pondrán de acuerdo para elegir el hombre que llevará las riendas del país en el próximo período constitucional. Con esto da inicio el texto de Pedro Francisco Bonó, mostrando la realidad o lo que está ocurriendo en el país, es decir, el hecho más relevante que acontece.
El puesto de presidente es el cargo más delicado y más difícil y por lo tanto es el que merece más esfuerzo por parte del individuo que lo desempeña. Hay que afirmar que este cargo es muy codiciado y no toda persona puede ejércelo por lo que la elección de este merece reflexión, más juicio y prudencia por parte de los electores.
Los hombres que tienen más posibilidades de los ciudadanos, para darle su voto, son los sujetos que más se destacan en nuestra sociedad por su saber, por su valor, su entrega y energía, otros por sus altos servicios, mientras que otros por sus virtudes, dotes y carismas. Entre todos estos se destacan diez o doce individuo el cual unos de estos será el presidente de la República Dominicana.
A continuación, Pedro Francisco Bonó desde su entendimiento y su experiencia intelectual da una propuesta, que es la siguiente: Todos los partidos que existen en el país tendrán que reflexionar sobre el gobierno que ellos quieren tener porque, al parecer, poco importa tener durante dos años una buena o mala administración del mismo. Y puesto que nuestra historia ha registrado el poder precario que ha tenido cada uno de ellos cuando a la hora de la verdad ha obtenido golpes violentos y atrevidos, por aclamaciones, con revueltas y con tan malas consecuencia para todos ellos; y ahora que está en paz, nuevas combinaciones estudiada sobre la legalidad lo sustituyen, y que esto inspire a los espíritus sagaces para que en estas nuevas elecciones hagan triunfar a sus candidatos y evitar en el futuro el estallido de los furores concentrado del esclavo.
Recordemos que Pedro Francisco Bonó era sociólogo y por lo tanto el se dio cuenta de los principales hechos que estaban afectando al país en ese momento, pero principalmente el percibía lo que estaba afectaba a su entorno o su contexto, es decir, el Cibao y dentro de éste el campesinado, por lo cual el da algunas propuestas claras y concisas.
El ciudadano más que todo desea ver la paz de su patria o de su sociedad bien cimentada. En cuanto a la paz es el punto que Pedro Francisco Bonó enfatiza mucho más. El da razones para fundar su consejo.
En el país existen cuatro partidos en la actualidad, según la opinión general, a saber: el Azul, el Rojo, el Gonzalista y el Cesarista. Los dos últimos salieron de los dos primeros. Por lo que podemos inferir que hay dos grupos que se caracterizan más en la Republica Dominicana: el Azul y el Rojo, los cuales son antagónicos, en épocas conocidas han sido vencedores y vencidos y se han echado en cara los mismos errores, las mismas crueldades, han pretendido significar el progreso, la paz, la justicia, la independencia, etc. Con efecto, toda dominación de uno de los dos partidos, supone pasando, por alto las crueldades que es preciso cometer para establecerla, una falta de contrapeso que equilibre o a lo menos suavice el despotismo del triunfador.
Al definir estos partidos el autor demuestra sus virtudes y sus defectos para que así la población se de cuenta de quienes son y sus votos vallan al mejor. Por lo que esto nos llama a reflexionar para ver quien es el más excelente y digno de merecer este cargo.
No hay una estadística exacta para ver cual de los dos partidos es mayoritario, esto lo podemos notar por la siguiente razón un azul de hoy a quien le quiten el empleo o pensión de que goza, mañana será rojo; y tal rojo de ayer a quien den dicho empleo o pensión, será azul. Por esta inestabilidad individual y personal es que es difícil tener una estadística bien correcta.
Dada estas condiciones de los partidos, Bonó presume que hay una bipolaridad dualidad en la nación, es decir, la sociedad está dividida en dos partes más o menos iguales en las filas de uno y de otro.
Pero el candidato dominicano tiene un deber, sea del partido rojo o azul, si quiere merecer los aplausos de los buenos, y cooperar con los medios lícitos, honrados y patriótico, deberá afianzar la paz de su patria. Para esto se valdrá de las fundaciones de periódicos para que se emitan opiniones libremente para conocer el espíritu de la nación, es que los sistemas hasta hoy empleados para gobernar, por rojos y azules son personalistas, intransigente, doctrinarios y demagogos, por lo que hay que fomentar programas del porvenir.
El presidente de la República no debe ser jefe de un partido, su titulo lo indica, solo ha de ver el merito personal y emplearlo en la felicidad común. Éste es su mandato, y para él no debe haber colores ni opiniones. Para que el triunfo sea provechoso para todos aquí y donde quiera, es necesario que los vencidos acepten al elegido sin montoneras y revoluciones armadas, lo que tenemos que hacer es fundar la paz como la base más segura de nuestra prosperidad, es decir, la paz fecunda de la vida que los pueblo afirman más, y mejor con la libertad. El buscar, hallar los principales elementos para llegar a ésta felicidad es la misión del gobierno.
Bonó no cree en el progreso, que según muchos, existe en esa época. A continuación él pasa a realizar unas series de preguntas para mostrar donde está éste progreso, el cual nuestro país no tiene, a saber: ¿Cuál es este progreso? ¿Dónde esta? Y por ultimo y desde aquí parte ¿Está en la organización del trabajo? A la respuesta de la tercera pregunta el dice que No, porque el Cibao tiene una población pastoril y la otra mitad es agricultura y ambas tienen una descompostura y están mal organizada por lo que impide el progreso mismo de estos dos tipos de trabajos.
El gobierno, la legislación y la prensa han querido cambiar el valioso cultivo del tabaco, la principal actividad económica en el país y la riqueza cambiable en el exterior, la principal fuente de ingresos, cambiarla por café, cacao y otros cultivos desconocidos cada vez que los cálculos comerciales no salen a satisfacción de los interesados.
Nuestra facilidad con que cambiamos las coyunturas mejores de aumentar la suma de riqueza la convertimos en manantiales de pobreza y de desdichas. Los trabajadores abandonan los trabajos agrícolas, se convierten en peones, desciende la escala social, dejan sus familias, sus inocentes pasatiempos para congregarse al descampado a jugar al los montes y a los dados, jornales trabajosamente ganados. Después de mucha hambre y trabajos, vuelven desnudos y enfermos de la ciénega, encuentran las empalizadas del conuco en el suelo, lo que fue siembra, tabuco y barbecho, a la mujer y los hijos desnudos y hambrientos. Es preciso que no haya ni pizca de juicio entre nosotros hay que buscar las soluciones de estos problemas. Con esto podemos notar como Pedro Francisco Bonó da a demostrar los problemas tanto sociales como económicos de los campesinos del Cibao. Esto no solo pasa en el norte sino también en todo el país como es el caso del sur, aunque Bonó no lo visito pero era evidente que esa problemática también ocurría en esa zona.
En la parte Este de la República Dominicana hay una situación terrible y espantosa en cuanto al trabajo agrícola de esta zona del país. El monopolio destruyó los conucos y sus anexos de ganado menor recientemente introducidos, tienen que redituar ahora sus intereses propios de reproducción y conservación, y los indispensables del capital, subsistencia que ha destruido y podrá suplirlos subiendo el salario de los trabajadores desposeídos, con lo cual disminuirá el interés de su capital fijo. Llegaran días que no se podrán subir los jornales por el alza de salario que está limitada por la concurrencia de los otros países productores.
En ésta sociedad existen hombres prudentes amigos de la humanidad que han observado estos fenómenos sociales que están aconteciendo, observan el origen, marcha y estado progresivo de la agricultura de la común de Santo Domingo y San Pedro de Macorís, los cuales alzaran la voz en contra de las decisiones malas que están llevando al país a la miseria.
En éste ensayo podemos notar como el autor no apoya de ninguna manera las injusticias sociales que pueden arrastrar consigo desastres infinitos, las que hacen decender al hombre de su posición racional, independiente, a la de bruto, a la de cosa. Él rechaza la alianza del capital y del trabajo. Su postura, claramente, es apoyar la igualdad, por la libertad de los servicios, y para que se establezcan relaciones del obrero, jornalero y capitalista, fundado en la conveniencia, en el interés de unos y otros. Él lo define en pocas palabras, quisiera que fuéramos ricos y grandes, quisiera sobre todo que fuésemos felices todos los hombres, pero principalmente, los dominicanos. Esta es otra de las propuestas que nuestro autor destaca y que se muestra a lo largo de todo el texto.
En cuanto al trabajo de las ciudades y los pueblos, podemos decir lo siguiente, los extranjeros son lo que manufacturan todos los productos, es decir, todos los objetos para el uso común de la vida. Las grandes industrias están abarcando todos los consumos de los pueblos pequeños. Las metrópolis más grandes se alimentan de nuestro pueblo, mientras que la población está sufriendo estas consecuencias de las cuales no tiene culpa.
El aprecio que se le da a un trabajador que ejerce un oficio manual es muy diferente al que ejerce un oficio liberal. Si el maestro carpintero es un hombre libre, dueño de sus destinos; y un empleado subalterno, aunque maneje papel y plumas, no tiene libertad y su existencia dependa de sus jefes; pero en nuestro país, un padre de familia opta por casar a su hija con el que no es libre y tiene una profesión precaria solicitada a cometer mil bajezas. Esto es aprobado y aplaudido.
En la República Dominicana cada individuo debe vivir de su trabajo, sobre todo de un trabajo honesto que le pueda suplir todas sus necesidades diarias, y como otra sociedad civilizada necesita del carpintero, herreros, albañiles, etc., para no depender de otros en satisfacción de necesidad urgente.
El gobierno tiene que procurar y fomentar la instalación de centros de aprendizaje, de trabajos manuales que sean totalmente gratis para que los individuos se puedan a integrar de alguna manera a éste trabajo.
En las ciudades y los pueblos hay una falta en cuanto a la organización en el trabajo ésta es una falta de suma gravedad. Por perfecta que sea la organización de una sociedad sus fundadores no pueden igualar de una manera radical, definitiva, sus componentes, pues hay muchas desigualdades en nuestra naturaleza.
Algo interesante que podemos notar en los antagonismos que sufre la Republica y cuyas manifestaciones violentas la sacuden con frecuencia para sumirla en la miseria, podemos observar como los habitantes del campo casi siempre dan sus votos al partido contrario al que siguen en las ciudades con el solo objeto de combatirlas, destruirla y humillarlas. Todo esto se debe a la barbarie que se está manifestando en el país.
El campesino no confía en aquellas personas que de alguna manera les engaña, incluso, de aquellos individuos que se hacen pasar por santos pero a la hora de la verdad son capaces de negarlos a todos ellos, por su condición de pobres.
En un tiempo no muy lejano, el que la persona de campo solo tuvo por modelo y dirección el de la ciudad o villa, su centro administrativo. Estaba simbolizada su fe religiosa, en campanario; su obediencia, en la comandancia de armas; su propiedad, en la escribanía y alcaldía. Hoy no viene a misa y hasta huye del cura; resiste el combate militar; compra y vende muebles e inmuebles de palabra y arregla sus diferencias en el monte, temeroso a las tarifas del notario y alcalde no sigue consejo ni cree indicaciones del más prudente del pueblo por suponerlos ingenioso y para explotarlo.
Luego de ver todo esto Pedro Francisco Bonó pasa a realizar otra pregunta, en cuanto a la búsqueda del progreso, a saber: ¿El progreso está en las instrucciones públicas? El autor responde que No, porque las instrucción no está generalizada ni en vías de generalizarse, por la razón de que no está distribuida con equidad ni en armonía con lo que se puede pedir y se debe otorgar. Los agricultores y ganaderos que son los que casi pagan por completo las escuelas, los que más la necesitan y de cuya instrucción el Estado sacarían por el momento más, carecen en general de escuelas primarias gratuitas. Es Estado ante todo está obligado a enseñar a leer, escribir, contar e impartir las doctrinas cristianas a toda la nación.
La última pregunta sobre el progreso es la siguiente: ¿El progreso está en las buenas costumbres? El autor afirma que no está en las costumbres, por varias razones: los ayuntamientos del país están fomentando establecer con regularidad casas de juegos al azar en cada ciudad de la República Dominicana, esto se está pregonando muy fuerte en todo el territorio y se están estableciendo copias en los lugares públicos.
Estos puestos de juegos reciben el nombre de Galleras; el edifico se arregla esmeradamente según la posibilidad del local; el dinero cobrado se destina al pago de vigilantes policiales cuyas atribuciones son uniformar el estrado para el concurso. Estos cuidadores acaban por lo regular su cometido, apostando sus sueldos que han ganado laboriosamente ganados a los naipes y dados en las muchas mesas que rodean la valla. Esto es lo que se puede denominar, las escuelas públicas del juego y la vagancia.
Con todo esto no se puede fomentar las buenas costumbres ya que quedan desplazadas por todos esos antivalores y malas costumbres que puede dejar el vicio del juego por eso es que el autor afirma que el progreso no puede estar en las costumbres.
Digamos la verdad, impugnemos la opinión dominante que desde la fundación de la de la República se ha perpetuado entre nosotros, de que la felicidad de un pueblo consiste únicamente en el aumento de sus importaciones y exportaciones obtenidas a todo trance, aunque sea atropellando la justicia y la moral.
Algo que Bonó afirma, que está fuera del progreso dominicano, es la hacienda pública y las relaciones exteriores que según muchos dominicanos creen que esto es un tipo progreso desde la independencia hasta la fecha en materia.
Unos de los instrumentos más corruptos utilizado por nuestra sociedad ha sido el papel moneda éste fue el que más quito la confianza del crédito a largos plazos y los hábitos del ahorro. Esta corrupción ha llegado hasta el grado de que la contaduría emitiera papel para las apuestas de gallos del presidente de la República.
Es una realidad que en el país existen muchos impuestos que de alguna manera obstaculizan el pago de los trabajadores, para su mantenimiento. No debiendo aumentar el impuesto todo gobierno verdaderamente digno de éste nombre debe ponerse a reflexionar que solo hay dos medios racionales para salir de la angustiosa situación que le abruma: o buscar los medios de aumentar la riqueza pública y con ello la facilidad de aumentar las cargas y disminuir éstas desde ahora. A lo primero se opone el tiempo, a lo segundo, los hábitos adquiridos y ya frecuentemente en el derroche de la fortuna pública.
En cuanto a los diputados es muy difícil adquirir uno que pertenezca al gremio de la pequeña agricultura ni menos saber a cuanto asciende el trabajo y la renta de cada dominicano. Todo esto se debe al factor a la injusticia de los fuertes contra los débiles, porque Europa y América tienen sus propios órganos mientras que nosotros no.
A cada instante se produce una nueva revolución, un golpe de Estado los cuales borran de raíz los indicios de que hay tres Poderes en la sociedad dominicana. Cada dos o tres años surge un dictador que anula, de alguna manera, todo lo trabajado en inculcar la legalidad y hacerla penetrar en las costumbres y el pueblo por tanto ve confirmado en su presente toda la tradición de sus abuelos mientras que el ejecutivo con tanta facilidad a su disposición no puede menos que abusar de los poderes que se arroga y de la docilidad de los contribuyente. El papel del gobierno es garantizar la paz exterior e interior y tiene que tener los instrumentos preparados para garantizarla y el pueblo debe de saber que aquí la cosa más fácil es turbar la paz pública.
¿Pero somos colonias o somos Nación? Si somos Nación es preciso penetrarnos de los deberes que la independencia impone; si somos República es preciso llenar todas las obligaciones que el título impone. Que todos los partidos indiquen lo que seria bueno hacer para que seamos felices y esto conlleva a realizar o tomar decisiones que convengan al pueblo dominicano.
En cuanto a la Hacienda tenemos que decir que por su mala administración no lo somos, que mientras reparta el dinero de todos sin justicia habrá descontentos, que no hay cosas que desespere más al que trabaja, que desaliente más el patriotismo, que engendre iras más violentas y profundas que la distribución de los fondos públicos y sobre todo cuando que los que recogen y se los reparten a los encarnado bajo el peso del trabajo para producir estos fondos se les obliga a creer que esta distribución es la cosa mejor posible.
Corrijámonos con prudencia y justicia, juzguémonos todos culpables hiramos nuestros pechos y practicando la máxima de Sócrates procuremos conocernos a nosotros mismos, que con ello saldremos del oscuro callejón de la bancarrota, desahogaremos la hacienda y entreabriremos siquiera la puerta hoy cerrada de nuestro progreso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario