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sábado, 12 de agosto de 2017

FE Y SEXUALIDAD

Fe y sexualidad van de la mano. La sexualidad es parte integral del ser humano, y no hay manera de que el éste pueda abandonarla. Aunque hoy haya muchos que buscan tildar de “género” a la sexualidad, la sexualidad es parte intrínseca del ser humano. Viene determinada por los genes en los cromosomas, que se manifiestan físicamente de una manera específica en lo masculino o lo femenino.

La sexualidad tiene una dimensión instintiva, una afectiva y una racional. La tendencia sexual es innata, está ordenada al fin procreativo, y no exige la intervención de la inteligencia. Diríamos que es lo animal del ser humano. Sin embargo, no nos rige el instinto siempre, sino que éste es regulado por la inteligencia y es psicológicamente trascendental. Supone, pues, la sexualidad humana un crecimiento del individuo y de la sociedad en todos los aspectos. Por ello, la sexualidad es considerada por la Iglesia Católica como don de Dios y clave de relación entre las personas.

viernes, 4 de agosto de 2017

Jesucristo una Propuesta de Vida.

Como eje central de los evangelios encontramos una propuesta clara: “el seguimiento de Jesucristo”. En este sentido, no es otra cosa ser cristiano, sino configurar la vida desde la medida de Cristo. Seguirle implica un jiro fundamental tanto a nivel práctico como existencial. Es decir, no se puede ser verdadero seguidor de Cristo si nuestro compartimiento no testimonia esa decisión. Por otra parte, no se puede ser verdaderamente cristiano sin que eso afecte nuestra vida desde su ser y modo de ser más profundo. El que se decide seguir a Jesucristo seguirá teniendo los mismos elementos constitutivos de todos los seres humanos pero sin lugar a dudas acogerá y desarrollará su existencia de modo particular. No por ello afirmamos que el seguidor de Cristo es una especie “rara” de ser humano.

Aunque sí, nos queda claro que, en tanto que tiene a Cristo como la medida de su vida, como horizonte se su actuar, ve, vive y concibe la vida de un modo particular. Y es que en definitiva seguir a Cristo es asumir un modo particular de mirar y enfrentar la vida. Es “ver” el mundo desde o a través de los lentes de Cristo.

     Tal seguimiento tiene o exige algunas condiciones concretas que descansan, tienen su fundamento en la misma persona de Cristo. No se puede ser fiel seguidor de Cristo sin asumir las cualidades que definieron, en su momento y que siguen definiendo, la identidad de Cristo. Lo que es igual para seguir a Cristo no es suficiente, por que no se trata de ello, la inscripción a una ideología cargada de teorías “frías” que no tocan ni afectan la vida. Luego para ser coherentes seguidores de Jesús tenemos que abrazar y practicar la virtud del amor. Es necesario que el mundo note que somos discípulos suyos, no por lo que podamos decir de él, no porque asumamos el adjetivo de cristiano como si esto nos hiciera parte de un grupo privilegiado, sino porque “el mundo pueda ver como nos amamos (los cristianos) y como amamos a todos sin distinción. Esta será la prueba definitiva de nuestra verdadera identidad de seguidores de Cristo.

martes, 1 de agosto de 2017

La Conciencia

En el conjunto de elementos de la vida moral y en el proceso de la decisión ética, la conciencia, ocupa un lugar importante y un papel decisivo. Mediante la expresión conciencia moral, se alude a una realidad amplia y compleja. La conciencia hace que la persona en el acto moral quede afectada por la moralidad; y en esta el sujeto queda implicado.

La conciencia es una dimensión inherente a la condición humana, como dice el Vaticano II: “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar  el mal”.

La conciencia moral es la necesaria mediación sujetiva de la moralidad. No genera la moralidad en cuanto que no crea la realidad. Pero tampoco se reduce a su actuación a la mera repetición aséptica de los valores objetivos. Por la razón de su fuerza obligante y manifestiva, ejerce una función mediadora entre la realidad y la situación personal.

La conciencia moral alcanza su total comprensión y su completa realización cuando es entendida y vivida en clave religiosa. Nos dice el Vaticano II: “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más intimo de aquella. Es la conciencia la que, de modo admirable, da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo”.

lunes, 17 de julio de 2017

La Moral en el Decreto “Optatam Totius”

En este análisis expondré el papel que debe jugar la materia de moral como una materia teología muy importante y que debe ofrecerse a la luz de la fe y bajo el Magisterio eclesiástico. Para esto partiré y me valdré del documento “optatam totius” del Vaticano II, el cual, explica lo que le debe corresponder a la materia de moral.    

Una de las tareas de la teología fundamental en nuestro tiempo actual es la de legitimar un teoría ética sobre el establecimiento de valores y normas , que nos permita vivir y ser felices orientados siempre hacia Jesucristo que “nos llama a tener vida y vida en abundancia” .

Por lo que, la moral fundamental está llamada a actualizarse cada día y en cada circunstancia de la vida del ser humano. Buscando siempre respuestas que estén acordes y en línea con el pensar de nuestro tiempo. Así pues, el concilio Vaticano II invita a la moral a “perfeccionarse”  a sí misma para responder las cuestiones éticas y morales que el mundo plantea, como por ejemplo: el tema de la sexualidad, temas bióticos, entre otros.