sábado, 12 de agosto de 2017

Homilía del Papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

¡Déjate sorprender por Dios!

A continuación presentaremos un comentario de la primera homilía de nuestro querido Papa Francisco a propósito de la primera visita al Continente Americano con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud que tuvo lugar del 23 al 28 de julio del presente año, en Brasil. En dicho lugar, jóvenes de todas las latitudes del mundo se dieron cita para celebrar y llevar a los demás su fe con el lema: id y haced discípulos míos a todos los pueblos. La primera intervención del Sumo Pontífice, en dicha nación, fue en la ciudad de Aparecida, en la cual está ubicada la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, patrona del pueblo Brasileño. En este mismo lugar, en el año 2007, se realizó la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe.

En la primera Eucaristía el Papa hace una sencilla pero profunda exhortación dirigida no sólo a los jóvenes que se dieron cita en esta gran Iglesia, sino también a todos los cristianos presentes u ausentes.

En esta intervención, el Papa se refiere a tres elementos que tienen que ser característicos y propios del cristiano de hoy, que vive inmerso en un mundo que cambia constantemente, fruto de las distintas tecnologías y del fuerte auge de la globalización. Un mundo donde el cristiano de nuestros días tiene nuevos retos y a la vez la tarea de proclamar a un Cristo vivo.



Estos tres consejos son: la esperanza, el dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría. Estos tres elementos se pueden explicar mediante el tema que está propuesto para celebrar en este año, me refiero al tema de la fe.

1º. La esperanza: el cristiano es un ser de esperanza; siempre está a la espera de Dios, el cual, se convierte en su horizonte primero y último de nuestro existir y sentido de nuestra vida. Toda nuestra esperanza debe estar puesta en Jesucristo, nuestro Salvador. Esta virtud debe estar acompañada de la fe la cual implica una confianza puesta en el Dios que se ha Revelado. Por lo que esta misma relación de confianza hace que tengamos una “esperanza viva”.

2º. Dejarse sorprender por Dios: el Dios que forma parte de nuestra historia se hace plenitud en Jesucristo, síntesis de la Palabra, el cual, siempre debe ser algo novedoso para nosotros los cristianos. Parafraseando al gran obispo de Hipona, San Agustín: Jesucristo debe ser nuestra hermosura antigua y a la vez nueva. Él no puede ser algo meramente del pasado, sino que cada día debe ser esa perla fina y preciosa, por el cual, estoy dispuesto (a) a darlo todo.
3º. Vivir con alegría: nosotros los católicos somos la religión del  resucitado y no de un muerto, por lo tanto, debemos ser alegres por antonomasia y dar testimonio de ello. Nuestra fe no puede ser amarga, ni vacía, ni sosa; al contrario, debe ser contagiosa, inspiradora y capaz de mover aquellos corazones abatidos y desamparados.

Tres elementos característicos que nos permiten vivir nuestra fe de una manera más auténtica; imitando siempre a nuestro Señor Jesucristo en el aquí y ahora de nuestra vida, siempre con el objetivo de vivir nuestro pentecostés, es decir, experimentar aquella efusión del Espíritu Santo que nos ilumina, nos guía y nos conduce por sus senderos. La fe, más que un marco de doctrinas, es una experiencia que cada uno de nosotros debemos vivir y experimentar con Aquel que sabemos que nos ama.

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