sábado, 12 de agosto de 2017

LA LUZ DE LA CASA.

La fe es siempre un tema interesante sobre el cual hablar. Es para el hombre y mujer que se ha encontrado con Jesucristo, como una buena linterna cuando se va la luz.

Hoy día, los afanes de la vida cotidiana, envuelven lo que somos y hacemos al punto de hacer que el cristiano se sienta a veces, como a oscuras. La vida y sus situaciones con frecuencia nos preguntan dónde está el fundamento de nuestra vida y en que Dios creemos.

El año de la fe, que casi culminamos, nos ha puesto frente a esta cuestión: la fe no es una cosa de un año ni de un día, ni de un periodo de la vida. Es la fuente, y al mismo tiempo la tarea de toda la existencia de aquella persona que desea encontrarse con Jesucristo y seguirlo.

La fe es tal y como expresa la primera línea “la lámpara de la casa”. Y definitivamente, no podemos vivir sin luz. Más aun, no hay ninguna habitación en la que no haya un bombillo. Así, creer siempre lleva a revisar y  a cambiar. La fe es movimiento, aprendizaje y crecimiento.


Ahora, que casi concluye el año de la fe, está el reto de encenderla en cada una de las habitaciones de nuestra vida personal, familiar y comunitaria. La fe atraviesa nuestros modos de pensar y actuar; nuestras posturas frente a lo diferente y las opciones que hacemos ante los problemas y dificultades. Ese es el hilo conductor de lo artículos que componen este nuevo número de Nuevo de Amanecer.


Encendamos la luz, abramos las ventanas…con la fe que se nos ha dado y que tenemos la responsabilidad de alimentar, tenemos el camino por delante.

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